Versión.
Cada día son más los convencidos de que esta crisis va para largo y de que las salidas tradicionales aplicadas otras veces no van a resultar. El mejor ejemplo son las declaraciones del fin de semana, expresadas por el presidente del Banco Mundial, en las que confirma que es necesario hacer cosas diferentes, si no la crisis social será muy grave.
También ahora vemos que teóricos de la focalización en programas de pobreza, como el doctor Santiago Levy, le apuestan a la universalidad de las acciones, la seguridad social en este caso; enfoque que muchos llevamos años diciendo que es la mejor forma de apoyar a la gente en pobreza o desempleo.
En los países desarrollados están aterrados por el desempleo creciente y las pocas perspectivas de recuperación en el corto plazo. En los nuestros la informalidad ha ayudado a mitigar el desempleo, pero con la situación económica que estamos viviendo, crecerá como nunca antes, entre otras cosas porque somos más en el mundo.
En países con terrible desigualdad como la nuestra, las políticas fragmentadas en materia de desarrollo social y combate a la pobreza aplicadas -cuyos resultados han sido magros y sobre todo no han logrado revertir la disparidad en la distribución del ingreso- difícilmente podrán ayudar a la cantidad de gente que lo necesita.
Las soluciones empresariales, apoyadas por algunos gobiernos, de la moderación salarial para conservar el empleo se traducen en el abaratamiento de la mano de obra; los recortes de las pensiones y su utilización temprana por los desempleados comprometen su futuro; y la escasa protección social existente en países como México obliga a tomar medidas inmediatas para no agravar la crisis social.
Una de ellas es una propuesta que circula ya hace varios años, relativa al establecimiento del ingreso ciudadano universal, consistente en que toda persona, por el sólo hecho de serlo, tenga un ingreso mínimo, que le permita en tiempos de crisis sobrellevarla y en tiempos de bonanza contar con una base segura para conseguir mejor educación y mejor empleo, sin la coerción que significa estar en condición de pobreza que redunda en empleos mal pagados, escasamente calificados y de baja productividad.
En México, donde ni seguro de desempleo hay, abrir la posibilidad de una política de esta naturaleza permitiría, al ser universal, terminar con la focalización, que lo único que produce es burocracia y corrupción, además de eliminar la gran cantidad de programas dizque sociales que cada nuevo gobierno inventa o reinventa, con otro nombre.
Con los recursos de todos esos programas más los que se obtengan de una verdadera reforma fiscal -no imponiendo IVA a los alimentos y las medicinas, sino reformando el Impuesto Sobre la Renta haciéndolo progresivo como en otros países, que llega a 50%, y gravar las ganancias de capital-, habría posibilidades de implantar el ingreso ciudadano universal, permitiendo a millones de mexicanos tener un base mínima para subsistir, porque a lo único que el gobierno no puede obligar a la gente es a no comer.
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