No hay desayuno comida o cena en que no se comente el libro que ha causado tanto escándalo. Puesto que no quise quedarme fuera de las conversaciones, me vi obligada a hojearlo a sabiendas de que este tipo de contenidos no son lecturas de mi gusto. No obstante, pensé que muchos lectores están ávidos de que lo comente. Claro, me estoy refiriendo al libro de Carlos Ahumada, Derecho de réplica (Grijalbo), libro que se agotó, según la editorial, desde el primer día.

Ya sabíamos que en el amor y en la guerra sucia todo se vale. Sí, ya lo sabíamos, pero lo que nos hacía falta era una com-pro-ba-ción. Algo que nos dijera que era cierto lo que ya sabíamos. Con toda razón, Denise Dresser utiliza esta palabra en su artículo de Proceso del pasado domingo: comprobación. Para ello nos ha servido éste: para comprobar. Es verdad que quien habla es Ahumada, que es parte de la "mafia" y que se trata de una persona sin ninguna credibilidad. Pero paradójicamente se trata también de uno de los pocos enterados de todo el "complot" que se gestó desde 2004 en contra de Andrés Manuel López Obrador. Asimismo, el hecho de que sea él, el operador de los videoescándalos, quien se disponga a hablar con tal precisión acerca de este tema es lo verdaderamente interesante.

Cuántas veces no escuchamos que lo del complot no era cierto, cuántas veces no nos dijeron: "Ay, cómo crees, cuánta paranoia; lo que pasa es que no pueden aceptar que hay corrupción"; pero sobre todo, cuántas veces no nos sentíamos llenos de confusión cuando los noticieros negaban y hasta se reían del "compló". Hay que decir que la lectura del libro de Ahumada está lejos de ser edificante, por el contrario, presenta una lectura completamente desalentadora de muchos políticos. También hay que mencionar que los señalamientos que hace este empresario tan arrepentido no están hechos desde una posición de autoridad moral. Pero desde luego es un personaje que sabe de lo que habla, aunque curiosamente siempre se expresa con una peculiar ingenuidad, de ahí que nos preguntemos si realmente lo escribió él.

Es cierto que no todo se le puede creer a Ahumada. Y también es cierto que lo más sano es dudar de cada una de sus "revelaciones". No obstante, confieso que me dio gusto saber que hay muchos hechos en este libro que no admiten réplica, para usar la misma palabra que el autor. ¿De cuántas cosas nos enteramos en sus páginas? Se comprobó que efectivamente hubo complot en contra de López Obrador. Que tanto Carlos Salinas como el PAN-gobierno estuvieron detrás de él. Que logísticamente lo coordinó Fernández de Cevallos. Que los complotistas se coordinaron con Santiago Creel, quien era secretario de Gobernación, y con Ramón Martín Huerta, su subsecretario de Gobierno. Sí, de todo esto nos enteramos en frases muy claras: "Salinas decidió la estrategia, no la decidí yo. Salinas fue el cerebro de los videoescándalos. Yo fui el de los videos, él fue el del escándalo. En cuanto a Diego Fernández de Cevallos, él fue el coordinador".

Curiosamente, quienes parece que no han leído el libro son los panistas. En caso de que no lo hayan conseguido a causa de que se ha vendido mucho y es muy difícil conseguir un ejemplar, quisiera informarles que en estas páginas se afirma que Diego Fernández de Cevallos, en ese tiempo coordinador de los senadores panistas, estaba trabajando para los Salinas. ¿Qué habrían pensado si se hubieran enterado entonces? Tal vez, como ha pasado mucho tiempo, ya muchos de estos panistas no recuerdan muy bien. Tengo la impresión de que eso es lo que le ocurre a Fernández de Cevallos y por esta causa opina que el libro de Ahumada está escrito para responder "a un propósito de López Obrador". Curiosamente, aunque no ha leído el libro se ha formado una opinión muy precisa acerca de su contenido, como puede apreciarse en sus declaraciones a la prensa: "No creo, bajo ninguna circunstancia, que lo que diga el señor Ahumada pueda cambiar lo que yo soy o lo que yo represento como ser humano... Lo que diga el señor Ahumada no creo que toque lo que realmente yo soy".

Sinceramente, no desearía que don Diego leyera este libro, pues no creo que le gustaría leer pasajes como el siguiente que a lo mejor sí cambian un poco lo que representa "como ser humano": "En esos días descubrí que Diego realmente era un títere de Carlos Salinas. Respondía de tal manera a sus peticiones, a sus instrucciones, que en verdad era impactante que el presidente del Senado y coordinador de los senadores por parte del PAN se sometiera con tanta facilidad a Salinas. No dialogaban. Salinas le daba órdenes cuando hablaban; claro, de manera amable, pero con su voz le daba órdenes".

Finalmente, quisiera compartir con ustedes, "para documentar su optimismo", la cantidad que negoció Ahumada con Salinas y Fernández de Cevallos: "Acordamos casi 400 millones de pesos, los cuales nunca me pagaron. Así es, nunca. Aunque parezca mentira, otra ingenuidad de mi parte".
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