Versión.
Le tocó a Elíseo. Nos tocó a nosotros.
Elíseo Barrón Hernández era un reportero de 36 años de MILENIO La Opinión Torreón respetado por editores y compañeros. Cubría notas policiacas y, por lo mismo, de alguna manera, la guerra contra el crimen organizado. Los criminales entraron a su casa, se lo llevaron, lo torturaron y ejecutaron.
Unas cinco horas duró el martirio de Elíseo.
No abrigo esperanzas en la investigación de la PGR. Dígase lo que se diga, el Estado mexicano sigue siendo incapaz de proteger a sus ciudadanos. Que den o no con los criminales, da hoy más o menos lo mismo en términos de seguridad y tranquilidad. Ayer fue Elíseo, mañana puede ser cualquiera de nosotros.
Periodísticamente, lo más dramático de la muerte de Elíseo y otros reporteros en los últimos años es que los ejecutaron sin que ellos (ni nadie en la prensa regional, nacional o extranjera) consiguieran acercarse al cerebro, espina dorsal o corazón del narcotráfico.
La estrategia de repliegue informativo que hemos adoptado todos es un pierde pierde. Nos replegamos para no mortificar a los narcos y los narcos siguen ejecutando a placer. Antes mataban a quienes los desafiaban, hoy a un reportero de nota roja, mañana podrían seguir con los editorialistas, los de deportes, espectáculos.
El crimen avanza, la prensa se achica.
Pésima ecuación.
Sé que es ingenuo volver a llamar a un acuerdo gremial. En teoría, soy el primero en reprobarlo: creo en la competencia noticiosa.
Pero esta guerra y víctimas como Elíseo obligan cuando menos a repensar si vale la pena cubrir colectivamente al narco. Porque, ¿qué diario, revista, noticiero de televisión, programa de radio, le va ganando al hampa? Ninguno.
Mañana: Una pregunta adicional a la Defensa.
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