Nuevo León es un estado con tradición próspera e industriosa, de iniciativa empresarial, educativa y de innovación tecnológica; ha sido la avanzada de las empresas mexicanas exitosas y reconocidas mundialmente. Bien, pues en tan sólo seis años de mal gobierno priista, el estado se haya sumido en una terrible crisis de seguridad. La delincuencia común, el robo, la extorsión, el secuestro y, por supuesto, el crimen organizado han encontrado en la pasividad y la complicidad del gobierno del PRI el mejor aliado para instalarse y azotar la entidad.

Ante el desastre gubernamental, el PRI decidió implementar una estrategia de las que considera "innovadoras". Para evitar que se le criticara por ser el mismo PRI de siempre, decidió lanzar como candidato a un protegido del actual gobernador, Natividad González Paras. El nombre del señalado es Rodrigo Medina. Se trata de un hombre joven y bien presentado: una pálida versión de Peña Nieto.

El candidato priista representa en sí mismo algunas contradicciones. Por ejemplo, es joven y es candidato del partido que representa lo más rancio de la política nacional. Peor aun, Medina dice que sabe y que le "va a entrar" a resolver el problema déla inseguridad. Cómo le pueden creer los habitantes de su estado si él, directamente él, era el responsable de los esquemas de seguridad en el estado justo en los momentos más agudos de la crisis. Hay que decir que fueron momentos trágicos para los habitantes de Nuevo León y, concretamente, de Monterrey. Escenas de gente tratando de impedir la entrada de las fuerzas del orden, intentos de sabotear la acción del Ejército que tuvo que entrar porque la policía local brilló por su ausencia. Esas imágenes de un Nuevo León violento, que le dieron la vuelta al mundo, deben pesar sobre la conciencia del candidato priista por su irresponsabilidad y pasividad cómplice ante los sucesos.

La juventud del candidato de ninguna manera representa un obstáculo o algo negativo en el contexto de una candidatura. Lo que sí es objeto de análisis y crítica son los cargos que se hayan ocupado y él desempeño en los mismos. El caso del señor Medina no da para mucho. Ya señalé el pobre si no es que nulo resultado de su paso por la Secretaría General de Gobierno del estado. También fue diputado federal y presidió la Comisión de Seguridad por más de un año ¿Alguien supo algo de él? Pues no, porque en ese lapso solamente subió ¡una vez! a la tribuna.

Aunado a esto se dio el indignante caso de que el gobernador de Nuevo León decidió no cobrar el agua hasta diez días después de las elecciones. Resulta que durante toda la gestión del gobernador, el PRI no ha pagado ¡ni una sola vez! el agua. Es lo de siempre, a los ciudadanos las gotas y para ellos el chorro. Ese es el nuevo PRI y esa es la experiencia probada. En Nuevo León lo saben


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