Versión.
Yo tengo de todo. Desde la gran Viruta que trabaja y estudia en Boston, aunque ahora esté aquí de visita. A ella pronto la vida le planteará la disyuntiva de quedarse allá o de vivir aquí. Mi gran tentación es soltarle todo mi rollo mexicanista e intentar convencerla de que es aquí donde es necesaria. Sin embargo, entiendo que eso no se puede hacer, porque aunque se haga con las mejores intenciones, no deja de ser una coacción que. lastima su libertad. Ojalá y decida lo que es mejor para ella, a sabiendas de que decida lo que decida, tiene la bendición y el apoyo de su padre y de su muy espectacular madre. Ésta, la gran Viruta, es la que se va. Todavía la recuerdo con su piyamita de patas poniéndose de puntitas para alcanzar la orilla de mi escritorio, mientras yo escribía mis primeros artículos. ¿Qué haces?, escribo, ¿te ayuro?. Entonces yo dejaba la pluma, cargaba a la infanta y la abrazaba, todavía sin saber que, en efecto, el destino de la pequeña Juana Inés sería precisamente escribir. Y ahora ya se va.
El que no se va ni a mentadas de madre es el singular Canito. Su madre ya organizó novenas, triduos y rogativas para que el susodicho Canito y su novia y unos hurones que tiene pongan ya su rancho aparte, pero el comodón de Ángel es un perfecto aferrado y no hay manera de que rompa el cordón umbilical. Lo más que hemos logrado es desplazarlo a una casa en la folclórica callé dé Osa De ahí emprende el permanente retorno al edípico regazo, o bien a la casa de piedra y flores donde él bien sabe que siempre es recibido con enorme alborozo, aunque sus visitas consistan en que él llegue, saque sus múltiples teléfonos celulares y cual colegiala brinque de uno a otro intercambiando asuntos de muy escasa monta. Termina su último llamado y dice: pues ya me tengo que ir... cegadora tu visita, hijo mío, no sabes lo que me gusta comprobar que a tus 30 y tantos años, ya sabes marcar un teléfono; un día, un solo día, deja de hablar y ya cásate con esa pobre muchachita con la que me darás un nieto... ¿quieres un nieto?, no me lo habías dicho, en el parque hay muchísimos, lo pido prestado y te lo traigo. Con todo y todo, creo que es el más adicto y cercano de mis hijos. Si fuera mujer e hija del Rey Lear, él sería Cordelia, así de solícito, servicial y afectuoso es. Como se decía antes: es un muchacho muy acomedido. Bueno, pues ése no se va.
La Pequeña Mariana ya frisa los 18 años, ya tiene su breve automóvil, ya tiene unos novios levemente cromagnón y ya estudia Arquitectura con vistas a mudarse en cualquier momento a Diseño. Ella está hecha 100% de nixtamal y sufre mucho cuando se encuentra lejos. Hace poco se consiguió una beca para estudiar en Italia. Fue, estuvo un día y regresó. Ni tiempo de llorarla, ni de extrañarla. Ya logró enamorarse de México, ya porta con orgullo su playera de los Pumas y ya viene a acompañar a su anciano padre a ver el fut y a hacer los comentarios más extravagantes y fuera de lugar que pueda haber. La quiero como se quiere a un misterio entrañable.
Esta cabalgata deportiva la cierra Andrés, alguna vez "El Bucles". Para no variar, éste es otro marcianito parido por mis entrañas; pero, como los otros, es marcianito bueno y de buen corazón. No es una lumbrera escolar, pero ahí la va llevando gracias, en mucho, a su feroz y amorosa madre. Las películas, la música y aun las muchachas que le gustan constituyen para mí, una compacta pesadilla Nada más por molestarme, es un hacha con la computadora y con todo aquello que tenga botondtos apachurrables. Ya se va a estudiar un año a un colegio gringo que se Dama Los Apaches Arrodillados o algo así, pero regresará. Más le vale.
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