Versión.
El inicio de las campañas políticas naufragó en el lodo del escándalo. Las decisiones erróneas de hace 21 y 12 años regresaron vigorosas a desnudar las fuerzas determinantes en el juego político actual, enseñaron el verdadero origen de las resoluciones y a quienes se dan el lujo de imponer la voluntad individual sobre el interés público de los partidos.
Como es conocido, el afortunado contratista-galán Carlos Ahumada, cicatriz mal cerrada en el PRD, ex convicto después de la sentencia judicial, publicó un libro en el que puntualiza las acciones del cohecho ejercido por el activista (aunque expulsado del PRD) René Bejarano, y por Carlos Imaz y su esposa Claudia Sheinbaum, Gustavo Ponce, Ramón Sosamontes Herreramoro, así como el mal ejercicio de las funciones de procurador del DF, Bernardo Bátiz. Un asunto muy propalado por los medios de comunicación pero, ahora, relatados en forma puntual. Otros exhibidos son: Diego Fernández de Cevallos, Juan Molinar Horcasitas y Eduardo Medina-Mora, los dos últimos distinguidos colaboradores del presidente Calderón.
Otro afluente del escándalo fue el descubrimiento de la personalidad real de Miguel de la Madrid, quien no soportó, y menos sostuvo, haber declarado en exclusiva a la reconocida periodista Carmen Aristegui, su equivocación de decidir favorablemente la candidatura presidencial de Carlos Salinas y opinar de paso sobre las relaciones del hermano Raúl con algunos personajes destacados en el narcotráfico y de sustracciones al presupuesto.
El dardo fue contra la imagen del PRI. Rápidos, los hijos del ex presidente y el diputado Emilio Gamboa lograron arrancarle al medroso De la Madrid, una declaración de estar enfermo y extraviado de la memoria. El ciudadano común comprobó la cobardía o el terror a ser exhibido en sus cuantiosos bienes inmobiliarios. Contra su discreción, Salinas mostró su verdadera fuerza.
A manera de postre, del penal de Cieneguillas, Zacatecas, se fugaron en escasos cinco minutos 53 reos con la ayuda franca de algún grupo de narcos y la indudable complicidad de los responsables y los vigilantes del penal. La consecuencia fue mostrar la floja conducta de la gobernadora Amalia García (¡ah!, el pretexto de la izquierda) y descubrir a cielo abierto la enconada rivalidad con el senador Ricardo Monreal, ex gobernador, ex miembro del PRD, impulsor de la candidatura de su hermano Cándido al mando de la entidad y, por coincidencia, dueño de una bodega donde se encontraron 14.5 toneladas de mariguana. El senador pidió licencia para "dejar el fuero" y ser investigado. Farsa burda, porque hasta un estudiante de segundo año de derecho sabe que el fuero es irrenunciable.
Al desgobierno zacatecano se agrega el vacilante del estado de Morelos: su gobernador, Mario Antonio Adame Castillo, se vio obligado a despedir a su procurador de Justicia y cesar al responsable de la Policía Judicial de esa entidad. Igual que hace seis años cuando la caída del defenestrado Carrillo Olea. Nada cambia, porque ahora no es la sombra, es la presencia abierta del poder del narco.
Lo indiscutible es cómo se confunde la política con los sucesos policiacos. No hay quehacer político. Juan Molinar Horcasitas, ahora responsable de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, es poco confiable; Eduardo Medina-Mora, procurador general de la República, no funciona; Emilio Gamboa no debe ni puede enlistarse como sucesor de Beatriz Paredes; Margarita Luna Ramos, ministra de la Suprema Corte de Justicia, carece de personalidad moral en el desempeño de un cargo trascendente al bien público; el poder de Carlos Salinas de Gortari es indiscutible y al asunto de las extorsiones aclaradas por Ahumada se suma el pleito político de Zacatecas y, el resumen, conduce a confirmar la clase de colaboradores existentes alrededor de Andrés Manuel López. Son cómplices y sí tienen relaciones con el hampa.
El último episodio de la narcopolítica, escenificado ahora por Michoacán, es sólo una mancha más del tigre. Acciones como ésta deben realizarse en más de una veintena de estados de la Federación, sólo así el discurso regresará fortaleza a la economía y dignidad a la política.
El último episodio de la narcopolítica, escenificado ahora por Michoacán, es sólo una mancha más del tigre.
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