Hace unas semanas recibí un mensaje de un maestro donde reprochaba mi posición porque juzgué que con tanta suspensión de clases los maestros de Oaxaca hacen daño a la República, a la educación, a los niños y a los padres de familia. El asunto que llamó mi atención no fue su extensa exposición contra el neoliberalismo, el Banco Mundial, la OCDE, Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo, sino que me acusara de hacerle el juego al gobierno y a esa señora con mis comentarios críticos sobre los dirigentes de la Sección 22, así como de la CNTE y de otras expresiones disidentes dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Esa misiva me recordó aquellas posiciones de la vieja izquierda: no denunciar los crímenes ni la dictadura de Stalin (después de Mao u hoy de Castro), porque así se le hacía el favor al imperialismo y a los enemigos del pueblo. Muchos izquierdistas honestos cayeron en la trampa y no se atrevían a señalar las infracciones de quienes habían sido sus ídolos. Sólo hablaban de los logros del socialismo. Pienso que es la misma fullería que se nos quiere imponer a quienes analizamos la política educativa. Si impugnamos al gobierno o a los dirigentes del SNTE somos pasables a los ojos de los inconformes, pero si hacemos la crítica a sus posturas, somos reaccionarios o nuestras plumas están al servicio del Estado y de "los charros".

La misma trampa, aunque de menor calibre, nos la quieren tender aquellos que disculpan a los sindicatos por ser los órganos de defensa de los trabajadores. Lo hacen por principio, por ser parte de la lucha de clases y, aunque a veces denuncian la corrupción de los líderes, no van al fondo del asunto; acaso piensan que las estructuras burocráticas de los sindicatos son un mal necesario para proteger a los trabajadores de los capitalistas o de la alta burocracia.

En los hechos, esas posturas piden impunidad para los líderes opuestos a Elba Esther Gordillo, sin importar el daño que hacen a la educación. Nos piden callar los desmanes porque su lucha por la "democracia sindical" justifica todo: la pérdida de clases, el vandalismo en sus manifestaciones y hasta los insultos que lanzan a los ciudadanos comunes que les reclaman por sus acciones. La salvaguarda de los sindicatos, desde una posición "moral", sin el análisis concreto de la actuación de sus dirigentes o de las estructuras corporativas que les permiten perpetuarse en el poder, me parece cercana a lo que algunos filósofos denominaban "falsa conciencia".

Refuto esas intenciones. No pienso tener la verdad ni clamo que la razón siempre está de mi lado. Tengo una opinión y la expreso con la mayor claridad que puedo. Creo que mi postura es en beneficio de la educación nacional y por eso impugno a quienes enervan la política educativa, ya desde el poder establecido, ya del poder que otorga el corporativismo o el poder que se asalta por medio de la movilización social. Más me molesta y denuncio a quienes hacen de la corrupción su medio de vida y acumulación de riquezas, como la camarilla que dirige al SNTE, a los funcionarios que hacen negocios y a los líderes disidentes que atacan con la mano izquierda y cobran con la derecha.

Este lunes y martes, mi compañera, Elia Baltazar, informa sobre las actividades de la "Tercera Vía" (Excélsior, 25 y 26 de mayo), un conjunto variopinto de adversarios de Elba Esther Gordillo. Este grupo trata de arrebatarle -o al menos disminuirle- el poder que detenta. Pero no desde adentro del SNTE porque son sabedores de los métodos de control que ella utiliza, algunos entendidos de primera mano, pues estuvieron a su servicio y después fueron desplazados del círculo del poder. Pero están en el empeño de delatar las transferencias de recursos públicos al Panal, el partido de la señora Gordillo.

No soy un creyente de la pureza política, nadie que ande en esas lides está libre de antecedentes afrentosos, pero parece ser que lo único que unifica a quienes lideran esa tercera vía es su odio y afán de venganza. ¡Qué bueno que le hagan frente a Gordillo!, ¡qué bien que no sólo denuncien, sino que actúen en consecuencia! Todo lo que atente contra el poder corrupto y corruptor de la camarilla que se apoderó del SNTE es bienvenido. Pero no debemos caer en la trampa de creer en su causa, que no nos vengan con esa retórica por la democracia, pues sus credenciales no los avalan, comenzando por el líder visible de esa asociación, Carlos Jonguitud Carrillo, vástago de su papá, el hacedor de Gordillo y cacique altivo en sus tiempos.

A fe mía que este grupo en algo afectará a Gordillo y su camarilla, pero no podrán desbancarla por el apoyo del que disfruta desde la cúspide del poder del Estado. Además, la lucha democrática no es sólo contra Gordillo y sus vicarios, es en contra del sindicalismo corporativo, la quintaesencia del autoritarismo, aunque nos tienda la trampa de que se trata de una adversidad ineludible.

Retazos

Espero que este artículo dé respuesta a la pregunta del maestro José Antonio.

Todo lo que atente contra el poder corruptor de la camarilla que se apoderó del SNTE es bienvenido.

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